¡Es tiempo de liberar! Una mirada cercana al enfoque de pastores laicos voluntarios

Una de la preguntas que se les suele preguntar a los que establecen iglesias es: “¿Por qué están estableciendo una iglesia? ¿No hay acaso suficientes? En la Asociación de Florida creemos que jamás hay suficientes nuevas iglesias dado que aún tenemos comunidades que no han sido alcanzadas. Uno de los valores que sostenemos ante todo nuestro personal es la necesidad de establecer nuevas iglesias.

Los ministros profesionales pagos no pueden simplemente hacerlo todo. El pastor Eric Foley lo expresó de esta manera: “Es difícil ser pastor en el marco eclesiástico tradicional. Es necesario ser teólogo, orador, consejero, administrador, planificador de eventos, recaudador de fondos, mediador, gerente de planta, y unas cien cosas más”.1 No es de asombrar que se necesita capacitación profesional y que el índice de agotamiento es muy alto.

¡Necesitamos obreros! Las palabras de Jesús siguen siendo verdaderas hoy: “Es abundante la cosecha […] pero son pocos los obreros” (Luc. 10:2, NVI). Para cumplir la misión de Cristo y alcanzar a nuevas comunidades para Dios, necesitamos líderes voluntarios que puedan estar al frente de grupos misioneros, grupos e iglesias. Pero también necesitamos administradores y administraciones que adopten el modelo bíblico de capacitar pastores laicos, ancianos y otros voluntarios, porque el establecimiento de iglesias es la mejor solución y el enfoque más bíblico si realmente creemos que aún tenemos la oportunidad de marcar una diferencia en algunas zonas no alcanzadas. ¿Es la capacitación suficiente para suplir esa necesidad? ¡No! El secreto se encuentra en la combinación de capacitación y liberación. La mayoría de nuestras asociaciones y administraciones son muy buenas a la hora de organizar importantes eventos de capacitación, pero solo unas pocas están dispuestas a confiar y liberar a esos voluntaios para que inicien nuevos grupos misioneros.

Dios liberó a pastores laicos en el pasado

El doctor Richard Wibberding,2 explica a partir del libro de los Hechos de qué manera la Biblia revela la misión de Cristo de moldear la iglesia en torno a tres grupos de líderes. La función del apóstol era expandir el alcance del evangelio a nuevas regiones. En términos modernos, podríamos llamarlos evangelistas y establecedores de iglesias. Los diáconos supervisaban la atención de los miembros. En el presente, los pastores y los ancianos suelen cumplir con ese papel pero, bíblicamente, es algo que pertenece a los diáconos. Las calificaciones más definidas de todos los cargos en el Nuevo Testamento son las de los ancianos y los diáconos (1 Tim. 3:1-13; Titus 1:5-9), que aparecen en repetidas ocasiones como ancianos locales primarios (Hech. 11:29-30; 15:1-31; 16:4; 20:17, 28).

Es importante comprender que los pastores laicos no es algo tan solo bíblico; es, en efecto, el método preferido de brindar atención pastoral a una comunidad. La disparidad entre los ministros y los laicos que existe hoy día en la iglesia actual está lejos de la norma bíblica de que cada miembro participe.3

Definidamente, tenemos una concepción popular errónea de la palabra “ministro” y de la persona que entra “al ministerio”. Desafortunadamente, hemos permitido el uso común pero no bíblico del término “ministro” para que se produzca una segregación hacia una distinción jerárquica de clases. De esta manera, podemos distinguir entre dos clases de personas: los que han ingresado a un ministerio de “la santa orden”, y un estatus de segunda clase de “santos”, que no han sido llamados a ser parte del “sagrado ministerio”.

En ningún lugar del Nuevo Testamento, el término “ministro” o “ministerio indican una clase particular o un miembro de iglesia apartado del resto de la iglesia. En este punto, la mayoría de nosotros está familiarizado con la palabra dialonía (servicio, ministerio o misión). Según el contexto, la forma personal de diakonía se traduce como “siervo”, “ministro” o “diáconos”. Greg Ogden afirma que el “ministerio” le pertenece a todo el cuerpo de creyentes.4

Una puntuación incorrecta en Efesios 4:11-12 ha sido usada para sostener una clase distintiva y separada para el ministerio. Algunas versiones bíblicas insertan una coma después de la palabra “santos”, lo que lleva a la idea de que solo algunos creyentes talentosos tienen que llevar a cabo todo el ministerio. Una mirada más cercana revela de qué manera una coma mal colocada puede producir un gran cambio: “Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo” (NVI). Si se incluye la coma, parecería que estos talentosos individuos tienen tres tareas: equipar a los santos, cumplir con la obra del ministerio, y edificar el cuerpo de Cristo.5

Muchos estudiosos concuerdan en que la versión correcta es así, sin la coma después de “pueblo de Dios”. Por ello, el pasaje se lee: “A fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo”. De esta manera, “el pueblo de Dios” al que se refiere Pablo es la designación de todo el pueblo de Dios que cumple la obra del ministerio. El ministerio no es delegado a tan solo unos pocos; es un término que se aplica a todo el cuerpo.6 En otras palabras, Dios liberó a su pueblo para que practique y lleve a cabo el ministerio. Hay solo un ministerio: ¡el ministerio del pueblo de Dios!

Jamás debemos olvidar que en los primeros tiempos, la iglesia operaba por medio del movimiento espontáneo del Espíritu Santo, que llenaba a los creyentes comunes y de todos los días para el ministerio. En la iglesia temprana estaban los laicos (laos), lo que incluía a los líderes. Es evidente que el clericalismo llegó mucho después y, como resultado, limitó el ministerio de los creyentes ordinarios y la expansión de la iglesia.7

A medida que la iglesia experimentó un crecimiento exponencial, se hizo necesaria una mayor organización. En Hechos 14, leemos que Pablo y Bernabé, al concluir su primer viaje misionero, regresaron a cada una de las iglesias que habían establecido y “designaron ancianos” (presbíteros) (Hech. 14:23). Podemos razonablemente afirmar que los términos obispo (episkopos) y anciano (presbiteros) son sinónimos y eran usados intercambiablemente en el Nuevo Testamento.8

Aunque la iglesia primitiva reconoció cada vez más la importancia del liderazgo y la estructura, hay pocas evidencias de rango o posición. Los ancianos y los diáconos de la iglesia primitiva se relacionaban más con la función (diferentes tipos de ministerio) que con la jerarquía.9

Necesitamos entender bien esto y aceptar, de una vez para siempre, que las divisiones hechas por el hombre entre los ministros y los laicos, que terminarían por debilitar la vida de la iglesia, relegando a los creyentes comunes a un estatus de segunda clase, simplemente no existen en el Nuevo Testamento. 

Desafortunadamente, la historia cristiana muestra el daño y los resultados catastróficos de una práctica basada en la jerarquía. Robert Munger explica que la división de funciones entre los ministros y los laicos es “el obstáculo de por sí más grande para la renovación y la obra de la iglesia”.10

La Iglesia Adventista no se encuentra inmune a este desafío. En muchos lugares, tendemos a ser una institución dominada por los ministros. Este legado institucional ha apagado la liberación del Espíritu en algunos lugares. A pesar de que nuestra iglesia ha superado los 19 millones de miembros en un planeta de 7400 millones de habitantes, y que ha duplicado en el mundo el número de iglesias locales,11 nos encontramos en modo de supervivencia en algunas partes del mundo, lo que incluye también nuestra región.

Para ser más explosivos, misionales y efectivos, la iniciativa de Todo Miembro Involucrado (TMI) necesita ser fortalecido aquí en Norteamérica, y necesitamos comprender que solo tenemos 3500 pastores reconocidos institucionalmente, en comparación con los 1.200.000 sacerdotes y santos que también son llamados a practicar el ministerio. Algunos necesitan capacitación. ¡Muchos, sin embargo, podrían ser liberados en el fangoso mar de 300 millones para establecer iglesias!

¡Dios quiere liberar a los pastores laicos ahora mismo!

Muchas iglesias se quejan de la falta de participación de los laicos y de su presencia en la vida de la iglesia local. Según Thumma & Warren y la investigación FACT (El otro ochenta por ciento), las organizaciones y los ministros que dedicaron más atención a desarrollar y promover una visión, el evangelismo y la enseñanza sobre la fe, y a reclutar y capacitar a líderes laicos, vieron un incremento significativo de voluntarios.12

En la Asociación de Florida, creemos que este es el secreto. Se encuentra en la combinación correcta entre evaluar, reclutar, capacitar, entrenar, confiar y liberar. Durante más de 13 años, la administración como un todo comprendió que necesitamos un enfoque más bíblico. No podemos descuidar nuestra estructura, el institucionalismo y la mentalidad del pastor de múltiples talentos. Pero podemos practicar decididamente un modelo laico misional y bíblico. El gran potencial para un ciclo continuado de crecimiento, y los bautismos en Florida, no deberían verse limitados a las doscientas figuras religiosas ordenadas y reconocidas por la institución. ¿Por qué? Debido a que nuestro gran potencial para la expansión de la misión se encuentra en nuestros más de 64 mil sacerdotes y santos (nuestros miembros).

Después de años de aprender de otros, y también de nuestros propios errores, hemos desarrollado un sistema de establecimiento de iglesias sólido (no perfecto, pero sólido y orgánico) que brinda la oportunidad de que los laicos establezcan iglesias y para el desarrollo de Pastores Laicos Voluntarios. ¿Cuál es el fruto de este enfoque? Hoy día, casi once mil miembros de la Asociación de Florida son liderados por Pastores Laicos Voluntarios (PLV), bajo la supervisión y  capacitación de los pastores empleados por el Departamento Ministerial.

Los PLV de la Asociación de Florida supervisan casi noventa grupos misioneros, compañías e iglesias. El mensaje ya ha sido dado: ¡Confiamos en ustedes! Es por ello que estamos estableciendo una nueva iglesia cada cinco o seis semanas. Nuestro equipo pastoral de PLV está formado por ancianos ordenados capacitados, por hombres y mujeres que han sido recomendados por los miembros de su propio grupo. Cuentan con el apoyo de la junta de la iglesia madre, y el patrocinio del pastor como “líder laico” de ese grupo misionero en particular. Reciben una capacitación de primera línea dos veces al año (en el otoño y la primavera) en diferentes áreas tales como: administración, crecimiento de iglesia, discipulado, asesoramiento, manejo de los conflictos, teología, etc.

Algunos podrían decir: “Bueno, el sistema funciona solo con algunos grupos étnicos”. Sin embargo, hemos descubierto que el sistema funciona con unas 17 diferentes nacionalidades. Con los hispanos de todo origen, los caribeños, los de raza blanca, los africanos, los afroamericanos, los asiáticos… ¡con todos!

 Comprendemos que este no es un modelo de sistema de crecimiento que funciona para todos. Aunque algunos podrían resistirse, otros pueden aceptar la idea de pastores laicos. Una iglesia de raza blanca en el norte de Florida había disminuido hasta quedar con tan solo unos pocos miembros cuando alguien sugirió: “El último que apague la luz”. Pero el Espíritu Santo tenía un plan de reavivamiento. Apareció una mujer fiel y motivada, y alguien le preguntó si estaba dispuesta a “probar cualquier cosa que fuera legal pero que produjera el reavivamiento en la congregación?” Ella dijo: “¡Sí!”, pero con una condición: “¡Permítanme probar cualquier cosa!” La administración de la asociación se mostró de acuerdo, y ella vendió el templo. Dijo: “Esa es la solución aquí”. En un par de años, sin embargo, el pastor laico voluntario y un próspero y creciente grupo de “santos” construyó un nuevo templo. Ahora están de nuevo en el ruedo, y buscando maneras de influir a la comunidad y hallar nuevos seguidores de Jesucristo.

Una iglesia hispana de Miami tiene más de cuatrocientos miembros y dos turnos los sábados por la mañana. Bautizan en promedio a unas treinta personas por año. El pastor laico voluntario es un chef profesional y un hombre lleno del Espíritu de Dios. Practica el ministerio puro de la Iglesia del Nuevo Testamento. No le doy muchos consejos a ese pastor laico, salvo para decirle: “¡Ve más despacio; no te agotes! Apreciamos realmente lo que estás haciendo para el Señor, ¡y estamos esperando la ciencia adecuada para clonarte!”

La Iglesia Adventista de Norteamérica no está creciendo como debiera. En los últimos diez años (2005-2014) nuestra feligresía solo ha crecido un 15 por ciento. Eso significa tan solo 178.078 miembros en diez años, muchos de los cuales son traslados desde otros países. Un crecimiento anual de 1,5 por ciento anual es considerado por muchos expertos en crecimiento de iglesia como ningún crecimiento. Las 59 asociaciones de la División Norteamericana han establecido 540 nuevas iglesias en los últimos diez años.13 Eso representa un promedio de menos de una iglesia por asociación por año. La realidad es que muchas de nuestras asociaciones no están estableciendo ninguna iglesia. Solo siete u ocho de ellas están promoviendo intencionalmente y financiando nuevos proyectos de establecimiento de iglesias.

La buena noticia es que el Departamento de Evangelismo y el departamento de Establecimiento de Iglesias de la División Norteamericana nos está desafiando a “Plantar1000” (nadchurchplant.org) durante los próximos cinco años.

¡Esta iniciativa es muy emocionante! Después de lanzar el plan, el sistema de apoyo y la liberación de los fondos, algunos pastores jóvenes, llenos de energía y del Espíritu, crearon al menos dos páginas de Facebook para apoyarse mutuamente. En 2015, ya hemos pasado el índice promedio de 54 nuevas iglesias por año durante los últimos diez años para alcanzar 57. En noviembre de 2015 se recibieron más de 140 solicitudes en la División Norteamericana con peticiones de nuevos proyectos de iglesias.14

Recuerde que tenemos aproximadamente 3500 pastores ordenados para 6277 iglesias establecidas. La realidad es que los pastores por sí solos no pueden completar la tarea de establecer mil iglesias en los próximos cinco años, pero que muchos de ellos están dispuestos a patrocinar, apoyar, a ser mentores y capacitadores de un Líder Laico Voluntario que esté dispuesto a hacerse cargo. Tenemos una mina de oro de 1.200.000 miembros, con miles de ancianos capacitados que están listos para recibir el desafío, para que confiemos en ellos y los liberemos para que sirvan como establecedores de iglesias/Pastores Laicos Voluntarios.

El conjunto de laicos (laos) de Dios posee un tremendo potencial para la misión de Dios en Norteamérica. Esos son los obreros presentes y futuros de la viña: los santos, los sacerdotes y los prototipos del reino de Dios que aún no está completo. No son perfectos, pero están en Jesús. Como líderes con credencias de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, podemos realizar un gran servicio la próxima vez que escuchemos a alguien decir: “Soy tan solo un laico”. Podemos con certeza responder: “Eso es más que suficiente”. ¡Te liberamos! Sal al mundo y predica, establece iglesias y bautiza (Mar. 16:15). ¡Confiamos en ti!

 

Walter Castro, DMin. Asociado de Campo para Pastores Laicos y Establecimiento de Iglesias de la Asociación de Florida de los Adventistas del Séptimo Día

Editado por Tim Nichols, DMin. Vicepresidente de Ministerios Pastorales de la Asociación de Florida de los Adventistas del Séptimo Día

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