Revitalizar iglesias amando bien
Nuestro viaje comenzó el 25 de octubre de 2014. Ese día me convertí en el pastor de la iglesia Crosswalk en Redlands, California. Esa primera semana aprendí algunas cosas: (1) Siempre pregunta sobre las finanzas antes de responder un llamado. (2) Las personas que permanecieron en la iglesia luego de algunos años complicados estaban profundamente comprometidas con que la iglesia sobreviva, y soñaban con que vuelva a prosperar algún día.
Crosswalk había sido un grupo de “jóvenes adultos” próspero antes de 2003, cuando dejó la iglesia de Azure Hills para convertirse en su propia expresión del mensaje del evangelio/adventista. Desde entonces, aumentó grandemente hasta tener unos 750 asistentes, y luego cayó a tener menos de 100 en 2014. Hubo una miríada de razones para esta fluctuación, pero no son relevantes para esta narrativa. Lo que sí es relevante es que hay muy pocas personas felices cuando una iglesia está fracasando.
Ya sean los pocos que han quedado, los que se han ido, o la asociación de la que es parte la iglesia, nadie quiere ver una iglesia morar. Sin embargo, demasiado a menudo nos hemos contentado por sobrevivir, como algo que deberíamos lograr.
La supervivencia no es una declaración de misión.
Lo mejor sobre Crosswalk era su declaración de misión y visión. “Aprendiendo a amar bien” creó un ADN para la iglesia, al menos para los que quedaron, que significaba que estaban abiertos a nuevas cosas, nuevas ideas, y nuevos procesos. Esto significa que hay un lienzo listo para pintar, y esto es una buena noticia. Las congregaciones necesitan estar de una de dos maneras para ser revitalizadas: abiertas o desesperadas. Crosswalk ciertamente estaba abierta, y estaba también muy cerca de estar desesperada. Algunos dirían que esta era una tormenta perfecta.
De “Aprendiendo a amar bien” a #amarbien
Aunque esta declaración de misión creó el ADN correcto, necesitaba ser reinterpretado para una nueva generación, una nueva expresión y una reinversión en lo que la iglesia podría llegar a ser. Miramos la misión y decidimos que por doce años, la iglesia había estado “aprendiendo”, y era hora de que ejecutara esta declaración de misión de una forma más robusta y palpable. El primer paso era dejar atrás el “aprendiendo a…” y decidimos adoptar el hashtag #amarbien como nuestra declaración de misión y visión completa.
Crosswalk siempre ha tenido grandes declaraciones , pero parecía no tener la capacidad de ponerlos en práctica con entusiasmo. Es más, enfocarse en sobrevivir había creado un sentido de carga sobre cada miembro. Teníamos que hacer algo al respecto. Decidimos hacer un análisis SWOT de la iglesia y de todos sus ministerios.
Esto fue doloroso
Es importante notar que este no es un ejercicio sobre la culpa. No importa cómo una iglesia terminó donde está; lo que importa es comprender dónde está. No podemos avanzar si no sabemos dónde estamos. Todas las iglesias deberían estar en un estado constante de evaluación de sus sistemas de entrega. Esto no es algo que haces una vez al año o cada cinco años. Más bien, es algo continuo con el personal, los voluntarios, la junta (equipo de liderazgo) y la comunidad a la que buscan servir.
Además, una comunidad eclesial necesita comprender su economía. Aunque este puede parecer un término extraño para usar en relación con la iglesia, cada iglesia tiene su propia economía, o ciertas cosas que le agregan valor, que la congregación busca como señal de éxito, que crea aceptación y, por supuesto, que aumenta la capacidad de la iglesia para ministrar.
En Crosswalk, nos dimos cuenta de que en un marcado que está muy saturado (Loma Linda está prácticamente cruzando la calle, y la cantidad de iglesias es abrumadora), necesitábamos ser diferentes y necesitábamos ser excelentes en aquello que hiciéramos. No solo sentimos que esta era una parte distintiva e importante de la filosofía de #amarbien –siempre darle a Dios lo mejor en todo lo que hacemos–, también sentimos que para destacarnos, o encontrar nuestro nicho, teníamos que comprender qué estaba faltando en las iglesias que nos rodeaban, y qué podíamos hacer para llenar esos vacíos. Sentimos que podíamos inclinarnos hacia la importancia puesta en la estética de nuestro ambiente construido, la calidad de nuestra experiencia de adoración, nuestro deseo de involucrar a la comunidad local en ministerios de compasión y misericordia de una manera significativa y sustentable, así como el estudio profundo y la predicación y enseñanza de la Palabra de Dios.
Aunque estas se podrían considerar cosas en las que toda iglesia está interesada, queríamos perseguirlas tenazmente; con intención y con excelencia. Hicimos algunas cosas que nos llevaron en la dirección correcta.
1. Reiteración constante de nuestra dirección en todos nuestros mensajes. Predicamos, enseñamos, hicimos calcomanías y remeras con la misión #amarbien. Cada semana, la última palabra que escuchaban desde el frente era “ahora ve y #amabien…” Todavía escuchan eso en cada servicio, cada semana.
2. Investigación intencional sobre cómo sería un ministerio #amarbien en nuestro contexto específico. Se podría escribir un capítulo sobre cuán sistemáticos fuimos en descubrir los vacíos en los servicios, por los que nuestra comunidad estaba sufriendo, y en cómo podíamos llenar esos vacíos. Basta señalar que encuestamos a la comunidad con la ayuda de los estudiantes universitarios locales (Universidad Azusa Pacific, Universidad de Loma Linda, Facultad de Salud Pública) . Este proceso no fue rápido, a menudo fue frustrante, pero resultó en un ministerio de compasión y misericordia sustentable, significativo, relevante y vinculable para beneficio de nuestra comunidad. (En pocas palabras: actualmente tenemos una cena comunitaria semanal donde servimos a casi 100 de los menos atendidos en nuestra comunidad. A esto se suma una asesoría médica gratuita semanal, y una asesoría legal gratuita mensual, que sirve consistentemente a la comunidad.)
3. Apreciación profunda por la cultura y el ambiente que estábamos tratando de crear. Todo pasaba por revisiones: la experiencia en la entrada; la experiencia en el estacionamiento; la manera en que se veía la entrada, su función y la circulación; lo que ofrecíamos a las personas al entrar al edificio; la experiencia del ministerio del niño; el apoyo tecnológico en el servicio de adoración; la experiencia de adoración; los anuncios; la estético de iluminación; la experiencia de sonido; etc. Puedes ver lo importante que es que cada aspecto de la experiencia diseñada fuera revisado, recreado y renovado. Esto llevó más que algunos meses. Tuvimos que volver a armar procesos; invertir en mejor iluminación, sonido, computadores, capacitación para voluntarios; encontrar nuevos currículos para las Escuelas Sabáticas; involucrar a diseñadores gráficos, diseñadores de interior; y volver a imaginar lo que la iglesia puede y debería ser para quienes Dios trae por nuestras puertas.
4. Realmente llegar a ser una comunidad de pertenencia; este es el corazón de #amarbien. Es fácil que las iglesias se vuelvan cómodas para quienes asisten pero se olviden de quienes Dios está preparando para asistir. Decidimos que consideraríamos primero al segundo grupo, en lugar de ayudar a que los que ya asistían y estaban conectados se sintieran demasiado cómodos. Esto creó un deseo de ayudar a quienes venían por primera vez a pertenecer. Siguiendo el modelo “Pertenecer, creer, comportarse”, todos los que entraban a la iglesia eran tratados como familia y amigos en Cristo. Esta filosofía se convirtió en el sistema de conducta típico de la mayoría de la iglesia. Con esto en mente, continuamos buscando oportunidades para traer personas a la iglesia por medio de cada ministerio en el que estábamos involucrados. Las asesorías trajeron bautismos, el servicio trajo bautismos, los ministerios de discipulado (grupos pequeños), la predicación, la enseñanza y la compasión trajeron personas que se sintieron cómodas en la iglesia, y atraída a continuar su relación con Cristo por medio del bautismo.
Impulso
Todos estos cambios comenzaron a acelerar la tasa de cambio, así como la tasa de crecimiento de Crosswalk. El cambio es genial, pero cuando trae crecimiento, puede ser la receta para errores, ya que lo que funcionó con 100 personas no funcionará con 1.000. Esto significa que debes estar constantemente tomando decisiones en base al impulso que Dios le ha dado a tu iglesia.
El impulso es algo guiado por el Espíritu Santo. Oramos por eso, usando muchas veces términos como “reavivamiento y lluvia tardía”, pero cuando llega, tienes que estar preparado para tomar decisiones que no hubieras tomado antes, con muy poca experiencia y dirección al respecto. Especialmente en el mundo actual, las maneras comprobadas de construir y hacer crecer una iglesia no parecer ser relevantes ya. Eso no quiere decir que no es sabio mirar cómo se hicieron las cosas en el pasado; pero la economía eclesial actual ha estado, y está, cambiando. Ya no es efectivo usar un manual para hacer crecer el reino en la actualidad.
Esto quiere decir que tienes que tratar de crear una organización suficientemente ágil para cambiar, suficientemente sólida para ser consistente, y suficientemente relevante para tener una voz. Además, en la cultura cambiante de la adoración y la experiencia, tienes que poder cambiar en un instante, pero permanecer firme en los principios que se han acordado como comunidad. Cuando tu ancla es Jesús, el cambio no te desviará del camino.
Timothy Gillespie, DMin, es el pastor principal de Crosswalk Church en Redlands, California, una iglesia con campus en Oregon, Tennessee, Massachusetts, California, Colorado y Georgia. Tiene un doctorado en Semiótica y Estudios Futuros de la Universidad George Fox y se desempeña como profesor adjunto tanto en la Universidad Azusa Pacific como en la Universidad La Sierra. Fue coautor de un libro con su padre, el Dr. V. Bailey Gillespie, titulado Ámalos y vendrán.
Este artículo es un extracto del libro que está recientemente disponible, llamado: Multiplica. El libro Multiplicar es un regalo de la Asociación Ministerial de la División Norteamericana para todos los pastores y pastores laicos voluntarios. Para obtener el libro sin costo alguno, contacte al director ministerial, o a la secretaria de su conferencia local.